Que es una de mis obras culinarias más reconocidas (las otras son los huevos duros y los espárragos con mahonesa -de bote, claro-) y de las que gracias a esto del deporte se han debido de volver "diet" porque no me engordan....
Y como hay quienes me han pedido la receta, pues "là voilà:
Ingredientes:
4 Huevos de gallinas felices ;)
200 ml de nata para cocinar (35 mg). Complicado comprobar
que proceda de vacas contentas...
Medio vaso de azúcar. Como es Navidad, podemos llegar a 2/3 ;)
Una tarrina de queso mascarpone (250-300 gramos)
1 paquete de bizcochos de soletilla.
Café: el café una cafetera italiana de 3/4 tazas basta.
Un chorrito de ron. Si es caro, del bueno, del que se toma
solo, el postre queda mucho mejor. Venga, que es Navidad.
Cacao puro en polvo. 100 gramos.
Elaboración de la receta
Despejamos la cocina todo lo
posible. Mientras lo hacemos, metemos la
nata un poco en el congelador. Como estamos en estas fechas tan especiales,
siempre hay mandarinas, nueces, algún cuenco con polvorones que van a hacer
nuestra elaboración más entretenida. Además, como todavía no es 25 y a los
Reyes Magos les falta para llegar al Belén, puede que justo anden por la
encimera en su peregrinaje de camino al portal.
Tomamos los huevos y ponemos las yemas en un cuenco bien grande/ensaladera.
Las claras van a un plato aparte que más tarde montaremos.
Vamos haciendo el café. Guardamos
unas cucharaditas de café molido aparte.
En la radio sintonizamos el
sorteo de la lotería si estamos a 22 ya o ponemos a ese Raphael navideño tan
entrañable o unos villancicos moviditos.
Echamos la mitad del azúcar en el cuenco de las yemas y con
un tenedor mezclamos ambos ingredientes. A esto le añadimos el mascarpone que, ¡fun, fun, fun!, también iremos poco a poco consiguiendo que se
combine hasta ir formando una crema. Todavía se verá espesa pues falta la nata
y las claras.
A continuación, montamos la nata vertiendo poco a poco la otra
mitad del vaso de aaaaasúcar (así a lo Celia Cruz) y la dejamos en la nevera al
fresco al lado de la botella de cava y la del Champín.
El café lo ponemos en un plato con un chorrito de ron del rico, pero
no nos pasemos que los niños de la casa van a probarlo; sólo el toque justo.
Que el/la cociner@ quiere catarlo, (pero mira cómo beben los peces en el río….) está
en su derecho y qué diantre: ¡es Navidad!
En este aromático líquido añadimos
casi todo el cacao hasta que se disuelva. Reservamos unas cucharaditas junto al
café molido.
Ojo que ya tenemos en la encimera
un plato con las claras, otro con el café, la fuente donde vamos a “montar” el
tiramisú, el cuenco con la mezcla, los reyes magos, el paquete de los
bizcochos, la radio, el bol de los polvorones donde faltan dos –por lo menos- y
el frutero donde también hay un hueco porque te comiste una mandarina para
paliar el sentimiento de culpa producido por la ingesta de los dulces navideños.…
Sacamos la nata de la nevera y la vamos mezclando poco a poco con la mezcla
previa de yemas azúcar y mascarpone. Acto seguido, montamos las claras a punto
de nieve. Con ritmo y sin desfallecer. Una vez que la tengamos lista, nuestro
antebrazo se haya recuperado o no, esquivando un paje y algún bicho de
Madagascar que este año se ha unido a la comitiva real, vertemos el contenido, let’s snow-let’s
snow-let’s snow, en el cuenco y seguimos dando vueltas casi en
cámara lenta tratando de que la espuma de huevo se vaya incorporando a la
mezcla.
En este punto, ya podemos retirar
el recipiente donde hemos montado la nata, el plato de las claras….¿otro
polvorón? Vale que esto es una vez al año, pero no hay que extralimitarse….Hay que
rellenar el recipiente de los dulces navideños estos porque ya se nota
demasiado. Los retiramos también.
Llegó el turno de los bizcochos. Uno a uno los mojamos en el café sin
dejar que se empapen y vamos haciendo una base en la fuente. Cuando hayamos
cubierto toda la superficie, añadimos encima una capa de la crema que tanto cariño
navideño lleva.
A continuación, ponemos una nueva capa de bizcochos. Sobre esta
segunda capa de “soletillos” vertemos la mezcla restante.
Ya por último, espolvoreamos el
cacao y el café sobre la última capa de crema.
Y ya solo queda hacerle un hueco
en la nevera, apartamos unos sobres de salmón, ropopopón, cambiamos un tarro de
caldo de balda y metemos la escarola en el cajón de la fruta con el resto de
las mandarinas. En frío debe reposar al menos 6 horas, preferible unas 24.
Antes de servir podemos poner un
Papá Noel chiquitín, alguna figurita navideña o unas hojas de acebo a modo de decoración.
Y claro, ¡A CORRER, A NADAR Y A PEDALEAR!